Esto lo escribí el 2008 o por ahí:
Me acaba de suceder algo curiosamente hermoso y triste a la vez.
Resulta que iba caminando por alguna de esas calles Barcelonísticas que no les gusta ser diferentes, (las del ensanche, cuadras y más cuadras de monotonía arquitectónica..), intentando disfrutar las vistas que regala una ciudad que sigue siendo nueva, aunque pendiente de no pisar los charcos que agrupaban las pocas gotas casuales que caían y que mi humilde cobijo paraguístico lograba esquivar, al menos, de mi cabeza (para no quedar con un uncashual-hair-day..). Una metáfora paralela de lo que ocurre en Valpo, con tanta vista hermosa por ser disfrutaba y sin embargo uno debe andar concentradete con la mirada en el piso inmediato para no pisar los lulejens aleatorios que los quiltros locales depositan como si jugaran Mario Kart…
En fin, estaba a mitad de cuadra caminadorazo cuando de pronto empiezo a escuchar un llamado desesperado de una hija a su madre.
No había nadie en la cuadra. Ni siquiera habían autos en la calle. La lluvia se había hecho cómplice del Domingo de Pascua para mantener a la gente en sus casas. Sin embargo había un llanto desgarrador que clamaba por la presencia física de su madre.
Claramente amainé mi paso y busqué el origen del sonido. Necesitaba consolar de alguna forma a aquella voz. (Esto de ser tío-virtual desarrolla partículas de cariño que son necesario compartirlas…)
Y ahí mi mente se dio cuenta, así todo de zopetón, que una madre había salido de una casa, (esperemos que por poco tiempo), y que la maravillosa psicomagia de una hija la buscaba en el citófono que daba a la calle. A una calle donde no había más vida que un individuo bajo un paraguas que intentaba razonar de cómo aportar a la situación.
“Tranquila, ya va a volver tu mamá”, le dije.
“…”
Momentos de duda… Había logrado hacer contacto, mas no con quien esperaba. Luego volvió a la carga con otro berrido similar a los anteriores. Estoy seguro que la madre sentía cada uno, pero no podría llegar todavía..
“Tu mamá va a llegar muy pronto, dibújale un dibujo mientras la esperas…”, fue lo mejor que se me ocurrió decirle, para que mantenga su mente ocupada en otra cosa mientras esperaba..
“…”
No me imagino quién o qué habrá pensado que era esta voz que intentaba consolarla. ¿Jebús? ¿Su conciencia? ¿Un Curro que justo deambulaba por el lluvioso exterior? Da igual. No lo sabré nunca. Una realidad interrumpió mi concentración y me vi hablándole a un citófono.
Volví a lo mío, a ver las pocas baldosas que alcanzan a haber en los dos metros que hay frente a mí, evitando pisar las que, acusadas por un reflejo del cielo, habían sido mojadas por la lluvia.
oPine nomás